viernes, abril 06, 2007

El amor de mi vida, 150 años después....

Tiene todas las estrellas en sus ojos (sus hermosos ojos de color indescifrable), su piel blanca sonrosada hacia las puntas es suave al tacto y huele a menta dulce y a clavos de olor, la sonrisa en un misterio aún.... porque a veces es amplia, como alas extendidas y, a veces, es serena y diminuta...
El amor de mi vida tiene gestos que estoy aprendiendo a entender aun cuando ya los ame... toca la punta de su nariz, acelera el paso, inclina la cabeza de un lado o del otro y también, absorto, se la toca y, acariciando en pequeños círculos, la recorre; se mira las manos largos ratos y luego habla en tropel... una idea tras otra.... rápido, fluido, con entusiasmo y desde el pecho.
El amor de mi vida a veces sabe que lo amo con todo el cuerpo y, como él también me ama con todo el cuerpo, espera que se haga de mañana y me rocía con una lluvia de pequeños besos; pero también duda de mi amor (aun cuando lo niega y dice que no y que no es así porque no y no) y me dispara palabras que se enredan y rebotan y se devuelve a su boca y, luego, baja los ojos (esto no lo sé porque el amor de mi vida duda con quince mil kilómetros de mar entre los dos, pero lo imagino) y se arrepiente de lo dicho... en esos momentos a mí me gustaría que al amor de mi vida lo parta un rayo para que le achicharre la lengua o que fuera más sensato y, antes de decir disparates, tocara un corazón de plata que tiene guardado dentro de una libreta....
Y también canta, sé que podría hacerlo a toda hora, pero lo hace especialmente en las mañanas; en un principio lo hacía sin darse cuenta (y yo sabía por eso que el amor de mi vida era feliz) y luego lo sigue haciendo, a pesar del mar que nos separa, porque cualquier señal de su felicidad a mi me hace feliz, y, no hay nada que le guste más al amor de mi vida que hacerme feliz, entonces canta con su voz hermosa (y me roba lágrimas de amor)....
Lo nuestro es anterior al tiempo (él lo supo siempre y por eso andaba buscándome), pero hace poco, en una noche de sus cinco años, despertó con una gran opresión el pecho y su madre le dio consuelo y lo protegió y le espanto el miedo.... esa noche yo nací.
te amo

13 Mayo, 2005


Coño, no tan duro que me duele el corazón

(Del capítulo I)

Me pierdo, quiero llegar al aeropuerto, al sentimiento. A todo lo que se desprendió de los ojos y duele en el corazón.
Y, para encontrarme y estar, vuelvo a la Rayuela que gira sobre el amor y la necesidad de la palabra. En el 93 se consigue el punto máximo, y, es allí que el amor es “un rayo que te deja estaqueado” como también una “lluvia que te va a calar hasta los huesos” en donde, irremisiblemente, no se puede elegir. Por lo tanto el amor es palabra y situación. Y las palabras, además, son perras negras que se vengan del escriba, son entes metamorfos que se convierten en insectos o en cuerpo de mujer. El capítulo comienza con una sentencia que encierra toda reflexión de años: El amor es “esa palabra” y con eso nos podríamos quedar. Pero no es simplemente palabra o situación, he ahí el dilema. La palabra no es sólo palabra, va más allá. Si la discusión es esa palabra -que a veces es verbo y por necesidad se adjetiva- estamos ante mucha tela que cortar ya que aún falta llegar a todo lo que da sentimiento.
Pobre de la palabra y la difícil existencia en la paradoja de ser símbolo; de ser ella en cuanto a grafía, de ser la imagen que de ella nos hacemos y, además, ser lo que ella representa. Para la mesa es fácil, porque una mesa es una mesa siempre y cuando sirva para poner cosas encima, entonces no importar cuántas patas tenga o que las levanten cuando se queda sola. Pero qué coño es el amor que no es mesa o caballo. En mi caso se volvió ojos en cuanto a imagen y aeropuerto en cuanto a situación y en ese momento y en ese instante algo que nunca había sentido: la calada, la estaqueada.
En el aeropuerto sentí la dimensión exacta y el lugar preciso del corazón.

2006

jueves, abril 05, 2007

Carta de Julio Cortázar a Paul Blackburn

A Paul Blackburn (Poeta y traductor)

Viena, 1º de abril de 1963
Querido Pablo:

No sé cómo empezar esta carta. Estarás pensando que me quedé en Cuba o que los feroces barbudos me mataron. Pues no, nada de eso. Te voy a explicar lo que ocurrió. Recibí tu última carta pocos días antes de salir para La Habana, y no tuve tiempo de contestarla. Desde Cuba era imposible escribirte, porque... ya sabes por qué.

Bueno, a pesar de lo que me decías en tu carta, y de las garantías que me dabas para un posible viaje a New York, te imaginarás que una vez en La Habana comprendí que eso era imposible. La situación es demasiado tensa para ir de Cuba a los Estados Unidos sin posibles consecuencias catastróficas. Además, apenas estuve un mes, y aproveché cada minuto para conocer la isla y sus habitantes. Luis Buñuel me había invitado a ir a México a pasar unos días en su casa, y tampoco quise ir. Cuando llegas a Cuba, ya no te quieres mover de ahí. No te imaginas con qué tristeza tomé el avión para volver a Europa. Y te digo francamente que si ya no fuera demasiado viejo para esas cosas, y no amara tanto a París, me volvería a Cuba para acompañar la revolución hasta el final. Personalmente creo que las cosas van a terminar mal, muy mal, y no será por culpa de los cubanos, sino del resto de América, empezando por los USA y siguiendo por todas las "repúblicas" democráticas (democratic my foot) de América latina. Los cubanos pueden haber cometido errores, pero los cometieron cuando se vieron contra la pared, cuando nadie quería comprarles el azúcar, cuando los USA les negaron el petróleo. Me hace gracia que los yanquis se tiren de los pelos pensando en que los "reds" han dominado Cuba. Si el State Department hubiera tenido un poco más de inteligencia, eso no hubiera sucedido. ¿A quién podían pedir auxilio los cubanos cuando se vieron contra la pared? Etc., etc. Pero yo no sé nada de política, y no quiero hablar de eso. En cambio quiero decirte que el pueblo cubano me pareció maravilloso. Un pueblo alegre, comprendes, confiado en sí mismo, dispuesto a hacerse matar por Fidel Castro, y al mismo tiempo sin odio contra sus enemigos. Te va a parecer mentira, pero es así. Los cubanos no odian a nadie, y no tienen miedo a nadie. Son como niños en muchos aspectos; juegan, se ríen, trabajan bailando, cantan. Pero a la hora de la Bay of Pigs, ya has visto de lo que son capaces. El pueblo da una sensación de alegría y de seguridad en sí mismo que me maravilló. Los descontentos son siempre los que se han perjudicado en sus intereses, "los que piensan con la barriga", como dijo Fidel. Por ejemplo, en La Habana, los propietarios y los mozos de los restaurantes no apoyan la revolución. ¿Por qué? Porque recuerdan los dólares que ganaban con el turismo que venía de Miami. Siempre que encuentras un descontento, apenas averiguas un poco ves que sus motivos son "de barriga", money, money, money. Pero cuando hablas con el pueblo, con la gente de la calle, con los campesinos, con los obreros de las centrales azucareras, encuentras la alegría y la confianza. Lo que más me impresionó fue la campaña de alfabetización: ese pueblo sabe leer y escribir, y está orgulloso de haber aprendido. Hicimos un viaje en auto por toda la isla (con plena libertad, hablando con quien nos daba la gana, entrando en las casas, comiendo en restaurantes populares) y vimos cómo los "guajiros" (peasants) se sienten hombres, y no esclavos.

¿Tú sabías que en tiempos de Batista, el barrio de los ricos en La Habana estaba defendido por hombres armados y cadenas que cerraban las calles por la noche? Nadie podía entrar allí, y sobre todo si era de piel oscura. Ahora en esos palacios viven los estudiantes becados por el gobierno. Pero quizá lo que más me impresionó en Cuba fue el apoyo de los intelectuales a la revolución. Salvo dos o tres que se fueron, todos los escritores y los artistas apoyan al gobierno. Y no con meras palabras, sino trabajando para la revolución, alfabetizando, haciendo magníficas ediciones, escribiendo y traduciendo libros. Alejo Carpentier, nada menos, es el director de la Editora del Estado. Nicolás Guillén es el poeta de la revolución. Los conocí a todos, los oí hablar, escuché sus críticas (porque las críticas abundan, pero no son negativas, siempre proponen algo constructivo), y me convencí de que una revolución que tiene de su parte a todos los intelectuales, es una revolución justa y necesaria. No puede ser otra cosa, no puede ser que centenares de escritores, poetas, pintores y músicos estén equivocados. El gran peligro en Cuba (y Castro, el Che Guevara y la mayoría de los intelectuales lo saben) es el comunismo "duro", de corte stalinista. Si esa tendencia triunfara en Cuba, la revolución estaría perdida. Hasta ahora Fidel ha conseguido eliminar a los "duros", y apoyarse en el sector moderado del comunismo. ¿Pero lo conseguirá siempre? Ese es el drama, sin contar la falta de máquinas, de piezas de repuesto, de medicamentos, y mil inconvenientes derivados del bloqueo. Lo maravilloso es que a pesar de todo eso los cubanos estén tan contentos y felices. Un poeta (que te conoce y que te mandará un libro suyo, se llama Antón Arrufat, y es un muchacho estupendo) me dijo: "Chico, esto no puede durar, los yanquis se las arreglarán para liquidarnos. Pero entre tanto estamos vivos, y vivir es hermoso, y por eso nos haremos matar hasta el último". Cuando oyes cosas así, te quedarías para siempre en Cuba (...)

Extraído del suplemento Cultura del diario argentino La Nación, ejemplar del 7 de mayo del 2000 por www.juliocortazar.com.ar

viernes, marzo 23, 2007

Alberto Domínguez Borras

(Miénteme)

"Voy viviendo ya de tus mentiras,
sé que tu cariño no es sincero.
Sé que mientes al besar
y mientes al decir te quiero.
Me resigno porque sé
que pago mi maldad de ayer.

Siempre fui llevada por la mala
y es por eso que te quiero tanto.
Más si das a mi vivir la dicha,
con tu amor fingido.
Miénteme una eternidad,
que me hace tu maldad feliz.

Sé que mientes al besar
y mientes al decir te quiero.
Me resigno porque sé
que pago mi maldad de ayer.

Siempre fui llevada por la mala
y es por eso que te quiero tanto.
Más si das a mi vivir la dicha,
con tu amor fingido.
Miénteme una eternidad
que me hace tu maldad feliz.

Y que más da
la vida es una mentira.
Miénteme más,
que me hace tu maldad feliz."

sábado, marzo 17, 2007

Chico Buarque

(Te amo)

"Ah, si ya perdimos noción de la hora,
si juntos el futuro se demora...
Cuéntame ahora cómo he de partir

Ah, si cuando te ví, me eché a soñar, fue casi desvarío
rompí con todo, quemé mis navíos...
Cuéntame ahora adónde puedo ir

Tú y yo, si en travesuras de noches eternas
ya confundimos tanto nuestras piernas...
Dime con qué piernas debo seguir

Si dejaste derramar nuestra canción,
si en las arenas de tu corazón...
Mi sangre erró de vena y se perdió

Cómo, si en el desorden del mueble extendido
Mi pantalón enlaza tu vestido,
y mi zapato al tuyo pisa aún

Cómo, si nos amamos hechos dos paganos,
tus pechos aún están en mis manos...
Dime con qué cara voy a salir

No, pienso que hacer la tonta tú aparentas
Te dí mis ojos a tener en cuenta...

Cuéntame ahora cómo he de partir"

viernes, marzo 16, 2007

Noviembre

El ejercico de amar o amar como un ejercicio.
Las manos que se juntan, las caderas que buscan la cadencia y, también, las palabras que se guardan para que no estorben entre tanta sábanas. Elipsis de espacio y tiempo. Pero sí ojos, labios, sudor y saliva que aveces tienen nombre; aunque -por ahora- sólo silencio.

El ejercicio de soñar o soñar por ejercicio.
Llega la imagen con un sonido en estereo que ni la Panasonic. Y Aquiles, como de seis años, con un conejo blanco blanquísimo, que vuela y escapa por las ventanas abiertas de mis lágrimas: -Mamá, no ha pasado nada; es que el pobre tenía ganas de hacer pipí...

El ejercicio de escribir o escribir como ejercicio.
El punto que no es punto sino puta, es decir, la entrada a un universo desconocido; el guión bajo que se cuela dejando la incognita de cómo es que se come eso. Además los tres suspensivos, malditas hormigas que me recuerdan tanto al amor. Se arremolinan las palabras, las imágenes me persiguen y las espanto y las conjuro a pesar del horror de los que más amo. Pero no hay salidas para la paz; sólo estas noches inciertas donde tecleo en un esfuerzo que supera mi vitalidad de café y cigarros noctámbulos.

1996

Joaquín Sabina

(Lo peor del amor)

"... Lo peor del amor, cuando termina,
son las habitaciones ventiladas;
el puré de reproches con sardinas,
las golondrinas muertas en la almohada.
Lo malo de después son los despojos
que embalsaman el humo de los sueños.

Los teléfonos que hablan con los ojos,
el sístole sin diástole, ni dueño.

Lo más ingrato es encalar la casa,
remendar los pecados veniales,
condenar a la hoguera los archivos.
Lo atroz de la pasión es cuando pasa,
cuando al punto final de los finales,
no le quedan dos puntos suspensivos"