sábado, mayo 01, 2010

Amor Crónico, un estudio científico

A mi querido amigo Mirko

que consiguió más de una vez,

 a lo largo de este guayabo epopéyico,

 que yo esbozara una sonrisa

(MUACK, esto es un beso chanchis)

 

El objeto de aplicar este instrumento es de ayudar, rápida y oportunamente, a cualquier persona que sufra los síntomas leves o severos de la afección viral denominada amor. Es de conocimiento reciente, en la comunidad científica, que el amor es simplemente un virus potencialmente tóxico sí, y sólo sí, el agente “A” se encuentra en contacto físico con agente “B” (que después del contagio pasarán a ser denominados “enamorados” o “estúpidos”, según nos de la gana a la comunidad científica o a mí)

En caso de que el encuentro físico ocurra entre los dos agentes puede originarse una reacción química que presenta una o varias de las sintomatología descritas abajo en el instrumento; pero sí, “hipotéticamente”, lográramos evitar que este encuentro se produzca habremos ayudado considerablemente a una persona que, a futuro, puede llegar a sufrir terribles males bajo el síndrome de abstinencia, el cual se manifiesta en el evento post traumático de la separación -siempre injusta y dolorosa- y que se denomina “Guayabo” o “Despecho”, según sea su fase de aceptación.

Como ya se imaginará el lector es sumamente difícil evitar el encuentro de los agentes “A” y “B” ya que hay miles de millones de ellos y es, además, imposible establecer o pronosticar cuál combinación de agentes producirá la reacción química que desata el virus del amor (es de dominio público el adagio que reza: “entre gustos y colores…”); por lo cual es de suma importancia atacar a tiempo el avance del virus para que este no evolucione al estado de “Amor Crónico” o “Pasión Desenfrenada” -como se le conoce en los bajos fondos de la literatura romántica o en la sapiencia empírica de las estrofas de tangos y boleros.

Detener el avance del virus es un proceso lento y arduo para el paciente y sólo se puede conseguir sí éste está convencido de que, en definitiva, es lo mejor para si. Lamentablemente, los pacientes afectados por el virus siempre son seres humanos y es ampliamente reconocida y reseñada la estupidez de nuestra especie, por lo cual estos jamás se reconocen como pacientes sino que, por el contrario, creen -producto de la alteración y distorsión originada por la excesiva producción de dopamina desarrollada en las primeras fases del contagio viral- que ellos son objeto de un premio de Dios y que, por lo tanto, NADIE tiene derecho de arrebatarles su inmensa felicidad.

Es verdad, allí radica el único punto a favor de los enamorados, efectivamente NADIE tiene ese derecho; sólo ellos PUEDEN reconocerse como enfermos y como tal deben ser ellos, por libre voluntad y albedrío, los que DEBEN decidir su sanación.

A manera de información les recordamos que existen dos cuadros clínicos interesante: 1) en el cual el agente “A” es estimulado sin que la misma reacción se produzca en el agente “B” o viceversa, en esos casos el agente infectado con el virus del amor (indistintamente que sea el “A” o el “B”) pasará a tener otra denominación -“Imbécil, enamorado sólo” o como IES por sus sigla en castellano- ; 2) en el cual un agente es estimulado por él mismo y se desarrolla, dentro de si, la percepción errada de que “se ama”, mas su sintomatología ya ha sido ampliamente descrita en los estudios de la personalidad humana y fue denominado como “complejo de narciso”. Sea como fuere, en cualquiera de los dos casos, más que ser una afección viral es una sicopatía que sufre el agente estimulado.

Entonces, para finalizar y con el fin de hacer mi pequeña contribución a la paz del mundo y sus habitantes ofrezco este pequeño, pero sustancial, aporte para el bien futuro de mis congéneres y, porqué negarlo, del mío propio.

 

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